La Familia que Dios Quiere

La familia que Dios quiere

En este texto de las Sagradas Escrituras, que tal vez has escuchado muchas veces, se resume la esencia del proyecto de Dios para la familia, el cual podemos descubrir al analizar el sentido de los tres verbos que allí aparecen: dejar, unir y ser.

El “Dejar” está relacionado con el Sacramento del Matrimonio, el recibir la bendición de Dios para iniciar ese nuevo proyecto: formar una familia. Jesucristo quiere y debe tener un lugar como centro de la familia. Es fundamental tener la claridad que al optar por formar un hogar, se da un paso que implica cambio. Se deja una forma de vida para empezar la construcción de una nueva familia.

Hemos encontrado que una buena parte de los problemas que enfrentan los matrimonios se debe a que no se ha dado el paso de dejar una forma de vida anterior, para edificar una nueva, en unidad con la persona que Dios le dio a cada uno para construir una familia. Una independencia mal entendida, queriendo mantener actividades que son propias de la vida de solteros o una sobre involucración de los padres son apenas dos ejemplos de lo que puede afectar a la naciente familia, si no se da el paso de dejar. En ningún momento nos habla de abandonar, porque debemos seguir honrando a nuestros padres, respetándolos y cuidando de ellos, pero es claro que se tiene una nueva opción y que el dejar implica hacer una nueva creación.

Familias Victoriosas

A continuación nos dice el texto “y se une a su mujer”. El unirse es crecer en el amor, en el conocimiento mutuo, en compartirlo todo, de tal manera que no existan secretos ya ni temas vedados en la relación. Otra forma de expresarlo podría ser hacer equipo para apoyarse mutuamente y para cumplir la promesa de permanencia aún en los momentos de mayor adversidad.

El crecer en el unirse no tiene final, sabemos de matrimonios con treinta, cuarenta y más años de casados que todavía no terminan de conocerse y de descubrirse mutuamente. El crecer en el unirse hace que la relación sea más dinámica, más interesante y por eso los invitamos a que no dejen de sorprenderse mutuamente, a que revivan el cortejo, los pequeños detalles y el diálogo que exprese sentimientos profundos.

Por último nos habla de ser uno, “ser como una sola persona”. Cuando se es un solo ser con la pareja, no queda ningún espacio para darle la prioridad a otra persona o a otra actividad. Los dos guían, los dos construyen, los dos asumen los grandes retos y los dos, tomados de la mano, enfrentan las amenazas que se ciernen sobre el matrimonio y la familia. La meta es llegar a ser uno solo, el camino, crecer en el unirse que es crecer en el amor, estando cubiertos con la bendición de Dios a través del sacramento del matrimonio.

Unamonos-en-oracion

Esposos Humberto Díaz e Isabel Botía

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*